No hay ciudad sin poesía





No hay ciudad sin poesía, sin las calles que recuerdan un rostro, una palabra, un silencio o la levedad de las hojas entre el viento. La ciudad, esta que habito, habla de pasos sobre nubes, de lluvias sobre lluvias que  evocan canciones. ¿La oyen? ¡Grita! grita un nombre.

De esta ciudad sólo se desborda poesía, las noches le cuelgan como perfumes y, a veces, se viste de ausencia, de sabia ausencia… o de tardes de “no te olvido”… o de mañanas de “aquí te quedas”.

Esta ciudad, dolorosa, bella… sólo respira poesía, si vieran lo que yo veo me entenderían. No miro personas, sino colores. No observo edificios, sino un par de ojos que irrumpen en el vacío. No veo insomnios, sino notas musicales que se multiplican a lo lejos, a lo lejos.


Esta ciudad no volverá a ser la misma, no es ya sólo ríos.

Es aquello que fuimos una primavera.  


Savia marina




Hay quienes se atreven a calar en el mar que te forman
es un peligro, se puede no olvidar esas aguas
desterrando de la memoria todo pasado
y sucumbir, caer adentro,
más adentro
hundirse, no maldiciendo a Poseidón por tu encuentro
darse al verso constituido
por la palabra evocada,                                morir
y sin embargo, pereciendo,
vivir de la sabia marina,                              tu boca
inmensamente tus labios que se amoldan
que se muestran ávidos de otros labios que estuvieron
o están
o esperan
en mí, es tu boca una proa dibujada de colores vivos
infinitas aguas, humedad enroscada,
ensanchamiento del tiempo.



Aquí estoy, en tu orilla,
a punto de ser bosque.



Andar azabache






Hay un universo en mi cama

un sutil lugar de fantasía

hay lunares en mi cuerpo

por cada uno

un beso tuyo cuando llegues

tengo sólo esta vida

para vivirla como quiera

unos ojos terciopelo que te besen

y mi andar azabache para enamorarte

porque aún estando lejos de mi vientre

se trenzan nuestros sueños

y en mí

tu silueta

no

se

borra
.
.
.





(Dibujo realizado por @may_chan44)

Vida, mi vida.





Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida,
déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo,
de piedras verdes en la casa de la noche,
déjate caer y doler, mi vida.



Nos vamos formando con los tropiezos y fortunas de la vida (medito, mientras la lluvia se escucha distante y tranquila). Demasiada humedad cubre estos días las calles de mi ciudad, lo cual produce una sensación de mudes, de pasividad sorda y de angustia ante el tiempo, ante los minutos que transcurren en la lectura de un libro mientras se está frente a la lluvia que empapa el cielo, de colores grises y oscuros. Sí, el tiempo trae tropiezos y fortunas, pero ¿Cómo distinguir una de la otra? ¿Por el grado de felicidad que produce? Todo es relativo  - resuena nuevamente el dicho - para cada quien; de todas maneras, si hay tropiezos, ¿Cómo saber si pudo ser mejor si se hubiese tomado otro camino, otra decisión? Recuerdo, entonces, a Sabato quien decía que “la vida se hace en borrador y no nos es dado a corregir sus páginas, aunque es terrible de comprenderlo”. Sin embargo, qué hay que corregir. ¿No sería amputar una parte de uno como si de un cuerpo extraño y maligno se tratara?

La vida no es despojarse de un trozo de ella, la vida es enfrentarse de la mejor manera posible a lo que se vive. No hay, desde mi punto de vista, tropiezos o fortunas; hay experiencias únicas que jamás han de repetirse, que jamás son iguales aunque dos personas las vivan al mismo tiempo. Milán Kundera, en su novela La insoportable levedad del ser, se preguntaba ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Creo que mucho por la simple razón de que es una, insustituible, intransferible; por lo tanto, no podemos compararla con otra vida o con otra experiencia.


¿Qué queda? Vivir a través de la pasión, del sentimiento, “solo se ve bien con el corazón”, diría el Principito.  Para mí no hay otra forma de ser, de estar, de existir, sino es con la piel erizada, combatiendo contra el mundo a partir de lo que el alma grita; por eso, mis experiencias las llevo sobre mis alas, y aunque suene contradictorio, ellas hacen que me levante para seguir volando. Es lo único que tengo en esta vida: mi vida. 

Los amantes del Círculo Polar






Esta noche te espero mirando al sol,
                                                                                                        ¡venga valiente, salta por la ventana!



Es curioso lo que 104 minutos pueden hacer pensar, recordar, sentir y vivir. Eso hace “Los amantes del círculo polar”, una película dramática española de 1998 dirigida por Julio Médem y protagonizada por Najwa Nimri y Fele Martinez, ganadora de dos premios Goya en 1999.

La trama de la película se centra en la historia de Otto y Anna desde que se conocen a los 8 años hasta que vuelven a rencontrarse en la Laponia finlandesa, en el límite del Círculo Polar Ártico bajo el sol de medianoche; los temas son el romance, la muerte, el destino, la naturaleza, el círculo de la vida y las coincidencias de la misma.




El círculo es una figura enigmática, tan enigmático como las casualidades. ¿Nuestra vida es una línea recta o un círculo infinito? Sin duda, hay un magnetismo que sólo los amantes conocen y quienes no se atreven a amar de verdad, a dejar todo por el amor verdadero no entenderán. Los amantes son capaces de derribar el miedo, de saltar ventanas, de esconderse bajo las camas, de guardar secretos, de negar hasta la muerte, de llorar por dentro, de besar a la muerte, de esperar, de saltar en paracaídas y de volar. Es una historia que vale la pena ver y oír. 



”Estar enamorada no es fácil. No basta con desearlo, hay que oírlo.”

"Y sí, sólo quería abrazarle una vez pero me volví avariciosa,
 no lo puso fácil, él abre la puerta de un mundo donde todo es posible,
 incluso ser feliz. Nadie tiene un corazón como el de Otto, yo tampoco." 



"Empezaba este frío y dicen que cuando hace frío la mayoría 
de las cosas van más deprisa, o llegan antes, pero a mí se me 
hizo eterna la espera hasta acariciarle. 
Por suerte, me di cuenta después de hacerlo y no antes, 
como suele ser la secuencia habitual. Debía ser miedo" 




"Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. 
Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, 
y eso que las he tenido de muchas clases. 
SÍ. Podría unir mi vida uniendo casualidades." 
.
.
.
.

"Aunque creo que ya la tuve"

Ángel
.
.
.




Onírico





Hace ya más de 23 días que su esqueleto deambula al aire libre por la ciudad, fue despojado de sus carnes para tenderlas al calor de las estrellas, para tapizar a la noche como un edredón.  Hace más de 23 días que ya no espera nada, ni un dulce vino, ni el secreto resguardado de una flor, hasta su propia voz lo condena al olvido, a la fragilidad del ser, de la desnudez como insurrección.

Camina con todos sus huesos sonoros, la gente no se extraña, no lo entiende, no lo comprenden; tal vez, quien lo ve pasar aminora su espanto al ver ese cuerpo desdoblado de su propia existencia porque también ellos andan de la misma manera. ¿Cuándo la propia existencia es solo el resto del cuerpo, lo que queda, lo que sobra? ¿Y cómo se está vivo así?

Para él, aquí o allá no tiene sentido si no es atravesado por otro cuerpo, otra boca, otras manos. La vida es besar y respirar, los huesos carecen de valor, de médula si no hay piel cercana, si no hay vibración, humedad, palabras/silencio. Hace más de 23 días que vive solo consigo, deshaciéndose sin redimirse de sí. Un corazón solitario es lo que lo sostiene, no importa de dónde ni de qué. Nadie lo ve pasar, quizá el espejo de sus ojos es el único testigo.  Adiós vino, adiós flor. Bienvenido el olvido como rebelión.  


Relente en rosa





Te doy la rosa de mis pliegues
extensión recalcitrante
de centro encendido
en azul ocaso
con un puente en su orilla
para que tu mano me auxilie
como el vino que tiene sed de copa


  volverán
las aguas a                           f l u i r
    cálidas y amorosas

Irse





Irse decantando, depositando
cual palabras que llueven húmedas
en esencias muertas. 

Irse diluyendo
perennes en la caída
en el vuelo desgranado
irse
marcharse 
fundirse en un "no volver"
convirtiéndonos 
en una mano y un pañuelo  
en una lágrima y en el silencio
.
.
.

Cuando tú vienes




Cuando tú vienes
un murmullo penetra
                          ríe
               rasga
absorbe
me convierto en un respiro
en          lla ma ra da

desaparezco…

cuando tú vienes
todo vuelve al inicio
a tu lengua que se amolda
           que vibra
que muerdo

vuelo…

cuando tú vienes
soy selva virgen que te anega
que da vida
que nace-muere
ave Fénix de piel tostada
grito húmedo que accede a tu cuerpo

si tú vienes
mi sangre se evapora
soy cielo-tierra entre tu boca
soy larga noche perfumada
y hojarasca presurosa que tiembla
pero…
               te vas…     
 te vas…
                            amor, te vas…

se aparta tu aroma
         te siento distante
y aún así
            aquí
                  te 
                     quedas.

Poesía vertical de Roberto Juarroz



9

Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría. 
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo. 
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.

67

Una hebra más delgada que el pensamiento,
un hilo con calibre de nada,
une nuestros ojos cuando no nos miramos.
Cuando nos miramos
nos unen todos los hilos del mundo,
pero falta éste,
que sólo da sombra
a la luz más secreta del amor.
Después que nos vayamos,
quizás quede este hilo
uniendo nuestros sitios vacíos.

La caída



Estrella radiante
caricia en lo más tibio
laberinto infinito
lujuria de las palabras
labios abiertos a medianoche
una habitación encendida con un nombre bordado
división minúscula
lenguaje de los olvidados
un tequila mojando los dedos
la infame despedida cerrando los párpados
un farol alumbrando el cielo
un gemido que arde en los ojos
causa y efecto censurado
la locura en estado líquido cual página en blanco
fragmento de quimeras
camino de pétalos encadenados
la casualidad del           "no te olvido"
como una canción suicida en la madrugada


YO


soy
   toda           
    la           
soledad        
  del     
 mundo
.
.
.

Alfombra de arena



La playa era una alfombra de arena donde se podía volar, eso pensaba mientras pasaban los días. Volar, delicadamente, donde cada elemento se superponía ocupando su lugar; en la playa, lo azul llenaba la boca de peces vivos y los labios se lamían para enjuagar la espesa sal. 

En la playa, decía para mis adentros, ya no dolía el sabor a coral, el sueño pesado o el perfume matutino, no se renunciaba a una sonrisa de mar, al sol tostado en la cara, al contacto de piedras minúsculas bajo los pies o al roce de la espuma blanca en la piel. Ya no lastimaba en los ojos el sol, ni la tempestad de la brisa hacía mella en mis asuntos. 

A lo lejos, era testigo del paisaje en tonos naranjas que asomaba el primer rayo de luna. Allí, tendida a la sombra de una palmera te observé sonriente en tu paraíso, el mar que te bañaba.

Breve espacio


A Eugenio Montejo
 El universo bailó para acercarnos 

                                                    giró en su infinito girar
tenue girar urgente
                 más allá del sol       
                         
     devoramos  nuestras huellas
                                                                       reconocimos nuestras voces                          
                         me abracé a tus ojos
                                                                                 nos perdimos en un beso  

             l  e  n  t  a  m  e  n  t  e                                                                                           desde entonces
tengo el alma
 tejida
 a
 la
boca


La que vuela


 (La imagen es tomada del blog de Fire)

Aquí va la que vuela
con mi mirada al aire
entre ecos de alas y andar azabache
en mi interior los límites son nada
cuando vuelo        no hay mañana
no tiene fin lo perfecto
vuelo muy alto
sin miedos
mi voz  apacible
disuelve un profundo mar
mi boca convexa
nombra un abismo testigo del tiempo
mujer que se eleva
estrella de fuego
hembra de sonrisa oriental
en un       i n s t a n t e
no lejos de la noche
la que vuela lleva el cielo en sus brazos. 





Aunque no estás

(La imagen es tomada del blog de Fire)

Un pensamiento sobrevuela a mi lado donde no estás
cómo hubiese querido que estuvieras conmigo esta mañana
porque me arde el deseo de mirarme en tus texturas y acariciar tu espalda.
                                            besar
                            besar


Besar para saber amar
en silencio, mientras por la ventana sube el sol
sintiéndote entre mis sábanas.
Y seguir besando según dicen   

sin tiempo    ni distancia
más abajo o más arriba de tu ombligo
besar por sobre todo lo puesto o lo quitado,
con la lengua
con los labios
con los ojos
con la puerta cerrada
con las manos 
y la conciencia atada.
Amar a tras luz de frente a las tinieblas
y de espaldas al abismo para encontrarnos…
Besar algo de ti
entre jadeos de voces
porque vives en el aire.

                           Besar
                                    Besar
                                            Besarte

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