Un soundtrack, una historia, ¿una vida?



“Visions of Johanna” de Bob Dylan es la banda sonora de la novela Blue Label/Etiqueta Azul (2010) del venezolano Eduardo J. Sánchez Rugeles. En esta novela, ganadora del Premio Iberoamericano de Literatura Arturo Uslar Pietri, los jóvenes caraqueños son retratados desde su lenguaje, su música preferida y sus opiniones sobre su mundo (social, político, educativo…). La trama es guiada por su protagonista, Eugenia Blanc, una chica agobiada por su deseo de exiliarse en Francia a partir de la búsqueda de su abuelo, él es su “salvación”, es posiblemente su boleta de salida para huir de tanto hastío, de la monotonía de la ciudad. Ella sólo quiere ser francesa, sueña con dejar la vida de Caracas, olvidarse del país e incluso de su familia; y Luis Tévez la ayudará en su deseo.

El desencanto y la sátira hacia la contemporaneidad que envuelve al país por parte de la juventud venezolana es el eje transversal que se va desgranando en las 173 páginas del libro. Como dato novedoso, a medida que avanza la historia un conjunto de canciones acompañan a Eugenia y a Luis, los temas son una suerte de descripción de los sentimientos, anécdotas y pensamientos de cada uno de ellos. La canción “Visions of Johanna” de Bob Dylan, es una constante en la novela, es la banda sonora de la vida de Luís Tévez; está presente en los momentos más importantes para el desarrollo del personaje “el niño extraviado se toma a sí mismo muy en serio, se jacta de su miseria, le gusta vivir al límite y cuando cita el nombre de ella narra un beso de adiós para mí” (3:26). Toda la canción parece hablar de él, un ser enigmático, complicado, con aires de misterio, inteligente, un inconformista y por lo tanto, un rebelde. Seguramente, Bob Dylan compuso esa canción para él, “coincidencia” hilvanada con los hilos ficcionales de Sánchez Rugeles con su narrativa fresca que le mereció el reconocimiento de la crítica y el éxito en ventas. No es la primera vez que algunas canciones hacen juego con la literatura, recuerdo en este instante el caso del venezolano Rodrigo Blanco en “De todas maneras rosas” (2005) y en “Flamingo” (2010) cuyas canciones (una de Ismael Rivera y la otra de La Vida Bohème) son el marco que le da sentido a dichos cuentos; también podemos leer “Mercurio” (2008) de Federico Vegas que narra las peripecias de vocalista de Queen, Freddy Mercury, en el submundo nocturno de Caracas después de un concierto en el Poliedro, pero en nuestra vida ¿cuál es ese marco? Por eso, más allá de Luís Tévez y de Eugenia Blanc, incontrolablemente me asaltan unas preguntas: ¿cada uno de nosotros, usted y yo, tiene una banda sonora? ¿Nuestra vida es un recorte de canciones a modo de instantes que se superponen, que aparecen como recuerdos? ¿Son algunas canciones una muestra de nosotros mismos que por obra de la coincidencia -como lo pensaba Tévez- fueron escritas por alguien, o viceversa?

Yo podría decir que mi vida está compuesta por melodías y letras que evocan recuerdos, momentos, situaciones y sentimientos. Temas como Always Somewhere – ScorpionsGal Costa e Zeca Baleiro - Flor da pele;  Anyone –Roxette¿Lo Ves? – Alejandro SanzFalling Slowly Glen Hansard y Marketa IrglovaÁngel para unfinal – Silvio Rodríguez; Don't Let Me Down - The BeatlesColors  - Amos LeeJealous Guy - John Lennon; Entrada de bala – Zapato 3; A la orilla de la chimenea - Joaquín SabinaQuando a chuvapassar - Paula Fernandes y Marcus Viana; Mujer que camina – Alejandro Filio; Anhelo en la lluvia – Los pelaos; La Ley Innata: Cuarto Movimiento La Realidad – ExtremoduroPuente - Gustavo Cerati; Horas Inexistentes – Andreina Casanova; Comptined'Un Autre Été – Yann TiersenThe Moon Song - Scarlett Johansson; Muchacha ojos de papel – SpinettaGocceDi Memoria – Giorgia (...) Son algunas canciones que conformarían el soundtrack de mi historia. 

Cada canción, cada nota musical es una historia real o imaginaria, cierta o no, las líneas que las separan son ínfimas, se mezclan las voces, los acordes y los silencios como una sola cosa. Cada quien hace suya una canción, cada quien construye una melodía, nadie escapa de esa ley; tal vez esos temas no hablan de nosotros mismos, quizá hablan de lo que podríamos ser o vivir, puede que sean especiales por la musicalidad, por lo que hicieron sentir, por lo que lograron evocar, por el erizamiento en la piel. Así, Eugenia Blanc, Luís Tévez, entre otros personajes de la ficción dejan de ser solo entes inventados para ser usted o yo porque todos somos tocados por la música, porque cuando todo lo demás falla, la música está allí para abrigarnos, para calmar tristezas, para secar llantos o para brindar una caricia y levantar ánimos. Todos tenemos un soundtrack, ¿cuál es el tuyo?





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