I
Dormida a la sombra de mi pecho
no conozco más alfabeto
que el de mis dedos
sobre la cumbre de tus labios
II
me basta un roce de bocas invisibles
tus
cabellos en mis músculos más íntimos
o el universo que me abres
o la saliva que
me sacia
para ser un poco esa montaña
que teje con el viento
una combustión muy
lenta e inagotable
III
nada tiene, entonces, semejante emoción
que estar hundida
en el rincón
más sensible de tu mirada
en un diálogo silencioso
con tus silentes
pestañas
IV
ésta noche tu voz viene a visitarme
y en ese devenir del tiempo
quererte es un viaje que no acaba
es una flor de carne que brilla
es el calor
compartido
de aguas que arden
es esta anchura de mi cama
que puebla de besos mi
cuerpo
más allá de lo imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario