"las cosas le están mirando
y ella no
puede mirarlas..."
De Federico García Lorca.

¿Qué pensarán los objetos
de nosotros? La
mesa que nos mira desde diversos ángulos, el cuadro que se asoma con sus
paisajes, colgado allí, en la sala para ser visto por el transeúnte de la casa
o ¿está allí para vigilarnos, qué diría si pudiera? Qué evocaría desde el
silencio la luz que se posa en la pared a tempranas horas de la mañana, luz que
interrumpe el sueño, claridad que acorrala párpados y boca. Qué dirían de
nosotros los libros que nos señalan con sus lomos desde el estante, más allá de
los títulos que se muestran de diversos colores y formas. Y si los abrimos, qué
descubrirían en nuestros ojos sus páginas al leerlos, porque ellos se posan en
el cuerpo del libro acariciándolo en un vaivén de movimientos apenas
perceptibles, tocamos las palabras del libro, nos entregamos a sus vapores de
hoy o de siempre porque nuestra mirada es la extremidad más larga, miramos más
allá de la aventura del texto, más allá del infinito gesto de leer. Los
libros, si sus páginas pudieran contar otras historias de seguro hablarían de
nosotros, contarían lo que saben de ti o de mí desde la mirada que tú y yo
tenemos al leer, desde nuestras noches de lecturas o desde la risa y el llanto
que sus palabras guardan para nosotros. Tal vez hablarían de mil seres, quizás
más, relatarían sobre nuestros otros “yo”
porque cada día cambiamos, los de hoy no somos los mismos de ayer. Recuerdo a Marcel Proust quien tenía la
sensación de violar toda la vida que permanecía dispersa en su habitación cada
vez que abría la puerta; y me pregunto qué hablarán de ti, de mí, o de la vida
los libros que descansan inmóviles en la mesita de noche o en la biblioteca, o
arriba de la cama porque allí estuvo acompañándonos en el insomnio. ¿Qué
pensarán los objetos de nosotros?
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