Antes, yo era un ser humano. Tenía acceso a los olores, los colores, los sonidos, las formas, los sabores, ante mí desfilaban las personas, ocurrían cosas. Luego se me ocurrió leer libros, y poco a poco elegí, más que el sonido, la palabra que simboliza el sonido; más que el sabor y el tacto, la palabra que simbolizan sabores y tactos. No conocí personas, conocí sucesiones de palabras estampadas en olorosa tinta que describían personas; elegí no padecer miedo, sino descifrar la narración del miedo; creí pensar, cuando sólo conectaba entre sí palabras que describían los pensamientos de otros. Poco a poco los objetos en mi universo se fueron sustituyendo por palabras: la progresión del tiempo, por el suceder de períodos; mi conciencia de existir, por un vasto olor a papel y a tinta, a veces a grafito, a veces a cueros, a veces a cola. Alrededor de mí construí los muros de libros y al final no sé cómo entré en ellos, me dirigieron, me asimilaron, me absorbieron golosamente, secamente (...)
Ahora, soy esto. He mirado lo que era mi mano y sólo veo unas palabras que dicen antes yo era un ser humano. No hay antebrazo, sólo veo otras palabras que dicen: tenía acceso a los olores, a los colores. Así en parcos vocablos se va agotando mi cuerpo: donde dice poco a poco los objetos en mi universo se fueron sustituyendo por palabras, es el ombligo; y la conciencia son palabras de este párrafo que dicen ahora soy esto, estas líneas en que me defino, sólo palabras, sólo tintas, sólo papeles yo que era un ser humano , concluyo aquí, ahora. Ahora, no soy sensaciones, no soy ya emociones, no soy ya tripas, algo me ha ocurrido, palabras, nada más que palabras, ahora soy esto.
1 comentario:
Precioso señuelo de tinta, gracias por dejarme atrapado y por permitirme observar los muros de palabras de los que te formas
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